viernes, 23 de diciembre de 2011

Recuerdos del Tió de Nadal

Ahora que están tan de moda el Papa Noel y el Árbol de Navidad me ha venido a la memoria el bonito recuerdo que tengo de otra tradición de estas fiestas, me refiero al  “Caga Tió”.

El Tió de Nadal es una tradición típica de Catalunya y de Aragón junto con Occitània que como todas las cosas se esta desvirtuando gracias al afán de consumo y a vulgaridad de nuestras instituciones y falta de educación en general.


Hay controversia sobre la violencia en la tradición del Caga Tió, que consiste en pegar fuerte al Tió para que defeque regalos; cuanto más fuerte le pegues más bueno será el regalo, aunque yo en mi recuerdo no tengo esta sensación.

El recuerdo que poseo es que cada año, a principios de diciembre (el día 8) aparecía en un rincón del patio un buen trozo de tronco tortuoso de árbol y mis padres nos anunciaban la llegada del Tió. A partir de este día había que alimentarlo con hierba, pero no con cualquier hierba, tenían que ser unas en concreto (precisamente las que comían los conejos y las gallinas del corral).

Recuero la fascinante ilusión al despertar de cada día y comprobar como el Tió se había comido casi toda la hierba y el asombro al ver que había dejado la que nuestra madre no había incluido en la lista de las plantas para alimentarlo y que habíamos puesto para hacer bulto…

El día 24 de diciembre por la noche, el Tió se encontraba enfrente de la chimenea encendida (en casa no se le prendia fuego). Después de cenar (una cena normal como cada día), con mucha ilusión empezaba la ceremonia del Caga Tió.


Mi hermana y yo debíamos acercarnos al belén y sin darnos la vuelta ni mirar para atrás rezar no me acuerdo qué, y acto seguido uno de los dos cogía el atizador del fuego atizaba al Tió cantando la canción :

Caga tió,
caga torró;
si no et daré
cop de bastó.

Por arte de magia debajo del tronco aparecía lo que hoy en dia equivaldría a una “Chuche”, recuerdo unas monedas de chocolate envueltas en papel de oro y  plata, unos paraguas de chocolate, caramelos, alguna que otra “peseta” y de vez en cuando por algún motivo aparecía un trozo de carbón, a veces de verdad y otras veces de azucar;  al cabo de mucho rato el Tió decia “basta” y ya no cagaba mas...


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